El mismo día en que los miembros del Consejo Navarro del Movimiento Europeo hemos escuchado por video-conferencia (o video zoom) una notable charla del navarro Antonio López Istúriz, secretario general del PP euroepo y eurodiputado, sobre la Unión Europea ante la nueva Administración Biden, leo una serie de noticias sobre los católicos norteamericanos y el nuevo presidente de los Estados Unidos de América.
No hay muchas sorpresas. Según alguna de las mejoras encuestas, los católicos de USA votaron en un 51% por el candidato demócrata, Biden, y en un 47 % por el republicano, Trump. Aunque algunos de los entrevistados valoran la condición de católico, y de católico practicante del primero -delaraciones personales, misa dominical familiar, también el día de las elecciones y el día seguro de su triunfo, etc.- otros, sin negar esto, le acusan de haber aprobado todas las leyes a favor del aborto y de no hacer nada ahora por recusarlas. Ya se sabe que en todas partes, también allí, el aborto pasa por ser el común divisor de unos y otros católicos, y el santo y seña de una parte de ellos.
De entre los muchos obispos norteamericanos, no faltan los que elogiaron en varias ocasiones a Trump e hicieron coro con la abrumadora mayoría evangelica que votó por él. No faltan tanpoco instituciones, fundaciones, agencias, medios de comunicación… católicos fervorosamente trumpistas, más amigos del ex presidente que del papa Francisco. Por eso es más de admirar el presidente de la Conferencia de Obipos católicos de USA, José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles, inmigrante mejicano, sacerdote del Opus Dei y educado también en la Universidad de Navarra, quien al felicitar al nuevo presidente, junto a la vicepresidente Kamala D. Harris, el 8 de noviembre, recordaba con alegría que era el segundo presidente católico de la Nación después de Kennedy, daba gracias a Dios por la bendición de la libertad, y veía el momento de que los líderes se reúnan con espíritu de unidad nacional y se dispongan a comprometerse por el bien común.
Animando a los católicos a ser pacificadores y promotores de la fraternidad y a rezar por un renovado espíritu de verdadero patriotismo, llegaba hasta a invitar a convencer con paciencia a quienes no creen que los votos por correo sean válidos: Y si no entraron votaciones a Trump por correo, es porque él mismo pidió que no lo hicieran. Lamentaba después la extremosidad de las posiciones de unos y otros, patentes en las tertulias políticas, lo que lleva a una fuerte división entre los ciudadanos, también entre sus feligreses. Y una atinadoa observción: Si antes juzgaban la política desde su fe, ahora se han puesto a juzgar a la Iglesia con lentes políticas. Además, si antes era una virtud estar en el centro y trabajar entre republicanos y demócratas, esto ahora parece inviable. Estamos perdiendo democracia.