No es la primera vez que vamos a Lekunberri cuando nieva en el Norte y no en Pamplona. El acceso es cómodo y seguro, y el lugar muy placentero. Lekunberri fue hasta los noventa un lugar en sentido administrativo y hoy es un municipio con ayuntamiento hecho y derecho. Lekunberri es hoy un conjunto de urbanizaciones recientes, que se unieron al casco viejo y al poblado-carretera, que fue extendiéndose de norte a sur, con el monasterio de las Clarisas (1888), levantado por el magnate carlista Juanmartiñena, y el hotel Ayestarán (1932), diseñado en estilo neoregionalista por el arquitecto Víctor Eúsa. Capital y corazón geográfico del Valle de Larraun, de los 817 hbitantes que llegó a tener en 1986, hoy cuenta con 1574, gracias a la llegada de muchas familias que trabajan en Pamplona y San Sebastián, y también a la atracción que ejerce sobre los 15 Concejos del Valle.
Como siempre, comenzamos por el núcleo antiguo, arremolinado en torno a la iglesia gótica de San Juan Bautista, con un rodal de casonas, mayormente del siglo XVIII, que parecen selecccionadas para una exposición: grandes edificios exentos; muros enlucidos, excepto en esquinas y vanos, o totalmente en cantería; puertas de medio punto; ventanas adinteladas o balcones corridos; escudo barroco; cubiertas a doble vertiente y saliente alero de madera. Korronea, Galarrenea, Juanicorena, Mitxausenea… En esta última, reconvertida bellamente en Casa de Cultura, biblioteca y escuela de música, respetando la estructura fundamental en piedra y madera, rendimos homenaje póstumo los poetas de Río Arga a nuestro querido compañero, cofundador y primer director, Ángel Urrutia, natural del pueblo, a las pocas fechas de su muerte. Alkatenea, tardogótica, es casa y escudo del siglo XVI. Algunas casas tambien del siglo XIX.
El conjunto, nevado, bajo un montecillo, sobre la vía del tren, con pinos y abetos esculpidos en nieve, es encantador.
De allí partimos y paseamos por las nuevas urbanizaciones, al oeste del pueblo, formadas en su mayoría por villas exentas de muy diversa y hermosa factura, generalmente de dos plantas y con jardín. Si en la parte vieja y menos nueva hemos visto en las ventanas y balcones reposteros e imágenes del Niño de Navidad y otros símbolos cristianos, aquí se ven algunos Olentzeros y algunos abetos luminosos. En los muros de la Escuela Infantil –Haur Eskola-, cercana al soberbio Colegio Público, dibujos infantiles con bellos lemas: Ametsa berri bat – Eskola berri bat: Escuela nueva igual a sueño nuevo. El bullente espacio, en otros días, del Polideportivo, del campo de futbol y de las tirolinas, cubierto por la nieve, y que apenas nos deja caminar, impone por su silencio sonoro, que parece más silencioso todavía. Pasan algunos coches. Tres niños juegan con su trineo a subir y bajar por las leves pendientes de un parque cercano. Se han encendido allí arriba las luces del Concejo de Albiasu, el más pequeño de los Concejos de Larraun.
Fue Larraun históricamente un Valle muy carlista e integrista, muy católico tradicional. La evolución ha sido aquí más templada que en otras zonas. Pero a esta hora del atardecer, tarde del 5 de enero, cuando falta poco para que los Reyes Magos lleguen al frontón, perdemos el sentido del tiempo y de la historia, somos incapaces de juzgar el pasado y el presente. La nieve no nos deja salir de su círculo mágico. Hasta que el frío de la primera noche nos obliga a ser prudentes. Y nos vamos.