Amanda Gorman

 

         Amanda Gorman, joven nortemericana de 22 años, galardonada por la Biblioteca del Congreso como la primera Poeta Nacional Juvenil, es sin duda un portento. Estuvo unos meses en Madrid; aprendió español, de tal modo que acabó escribiendo poemas en nuestro idioma; se hizo con el García Lorca de Poeta en Nueva York y escribió un ensayo sobre el duende en su poesía… La oímos estupefactos recitar (no leer), ante Joe Biden, que celebraba presidencia, su poema La colina que escalamos, y ahora podemos disfrutar despaciosamente sus versos,

Para subir a esa colina, antes de todo, es necesario saber y decir de dónde se parte:

Hemos desafíado el vientre de la bestia.
Hemos aprendido que el silencio no es siempre sinónimo de paz
y que las normas y nociones
de lo justo no son siempre justas.
Y, sin embargo, el amanecer nos pertenece
aún antes de que eso lo supiéramos.
De alguna manera lo hemos hecho.
De alguna manera hemos capeado y presenciado
una nación que no está rota,
sino sencillamente inacabada.
Nosotros, los sucesores de un país y de una época,
en la que una chica negra y flaca,
descendiente de esclavos y criada por una madre sin marido,
puede soñar con ser la presidente
solo para encontrarse declamando para uno.

Ella misma, sin ningún rubor, a sus 22 años, flaca y negra, descendiente de esclavos, ni muy pulida ni muy prístina, pero esforzándose  por una  unión perfecta, con el  propósito

de constituir un país comprometido con todas las culturas,
colores y condiciones de los hombres.
Y por eso no miramos los que se interpone etre nosotros,
sino lo que está delante de nosotros.

Y dejando las armas, para poder abrazarse unos a otros, buscando que no haya daño para nadie y la armonía entre todos, a fin que el mundo  diga, por lo menos, que esto es cierto:

que incluso, cuando estuvims afligidos,
crecimos,
que  incluso, cuando era doloroso, tuvimos esperanza;
que, cuando nos cansamos, seguimos
esforzándonos.
Que siempre estaremos unidos, victoriosos,
no porque nunca más conoceremos la derrota,
sino porque nunca más sembraremos divisiones.

¿Cuál es la verdad, cuál es la fe que nos anima a proseguir la escalada?

La colina que escalamos,
si de verdad nos atrevemos,
es porque ser americano es más que un orgullo que heredamos,
ese pasado que pisamos
y cómo repararlo.
Hemos visto una fuerza que destrozaría nuestra nación,
antes que compartirla.
Destruiría nuestro país, si eso significara
retrasar la democracia,
y este esfuerzo por poco alcanza el éxito.
Pero, aunque la democracia puede
periódicamente retrasarse,
nunca puede ser derrotada
de forma permanente.
En esta verdad,
en esta fe confiamos.
Porque mientras tenemos los ojos vueltos al futuro,
la historia tiene sus ojos puestos en nosotros.

No volveremos  más a lo que fue, sino a lo que será. Si fusionamos la misericordia con la fuerza y la fuerza con el derecho y a derechas, el amor será el legado que dejemos a nuestros hijos y nuestro país será mejor que el que a nosotros nos dejaron: nos  elevaremos desde todas las colinas de nuestro país, y tras reconstruir, reconciliar y recuperar, emergerá nuestra gente, diversa y hermosa / maltrecha y hermosa. Salidos todos de la sombra, ardientes y sin miedo:

El nuevo amanecer florecerá
en la medida que la damos libertad.
Porque siempe habrá luz,
si solo somos lo suficientemente valientes para verla;
si solo somos lo suficientemente valientes y capaces de encarnarla.