Conocí a Mariano cuando era párroco en la parrroquia de la Montaña de Moratalaz y después en su reclusión en el monasterio del Paular (Segovia), tras pasar por Carabanchel y la cárcel concordataria de Zamora. Filólogo, musicólogo, catequeta, pastoralista, capellán del Frente de Juventudes (a lo LLanos), a quien se decía que Fraga le había prometido un obispado, con ciertas condiciones… Párroco comprometido y perseguido; militante de ORT y después del PCE; líder de CC.OO.; diputado de IU a la Asamblea de Madrid; enfermero más tarde durante 23 años.., Mariano fue escribiendo versos en todos los avatares de su vida. Tuve el honor de hacer el prólogo y el epílogo de su libro Huellas digitales (2000) sobre sus diversas prisiones. Con noventa años, cumplidos este 2 de febrero, se ha animado -me dice en su dedicatoria- a elegir estos 55 poemas, en los que sintetiza actitudes y vivencias, decepciones y propuestas ante sus respectivos ámbitos, en este nuevo libro, que resume otros cinco, Yo no nací para este viaje: Antología aleatoria, bellamente editado por Visión Libros, con unas aéreas y airosas ilustraciones de Román Zumalabe.
Prefiero al Mariano Gamo de los géneros clásicos -sonetos, romances, silvas…-, especialmente acertado en sus villancicos navideños, incluso para la muerte de su madre. Pero en los útimos poemas largos, sueltos o libres, está acaso el poeta-hombre de acción, y contemplativo a la vez, más maduro y escanciado por la vida, siempre reformador, aunque menos artista. En los poemas sobre el cardenal Rouco o el papa Ratzinger el lector encontrará, contra lo que quizás habría sospechado, una grata, aunque urgente, serenidad. He aqui el último fragmento del poema, titulado Villancico epistolar para el hermano Francisco (2013), más epístola que villancico:
Tu compromiso explícito (a título de ejemplos)
«conversión del papado»
y de las «estructuras centrales de la Iglesia»;
«abandonar el cómodo criterio
del siempre se ha hecho así»,
etcétera, etcétera…,
tu compromiso explícito -repito-
nos compromete a todos con urgencia.
Tus años – y no hablo de los míos-
nos emplazan (en la etimología
más estricta del verbo) a no perder el tiempo,
aunque el «festina lente» nunca deba olvidarse.
Pero tampoco olvides,
buen hermano Francisco,
que solo el pueblo fiel convocado y reunido
en «Asamblea Santa»
puede «primerear», como nos pides.
Solo el pueblo creyente exhala «olor a oveja»,
porque carece de otros intereses
ajenos al rebaño.
¡Atrévete, por tanto, Francisco, a convocarlo!