El diálogo entre Cipriano Mera y Julián G. del Castillo

 

              Una mano amiga me hace llegar el prólogo del militante obrero cristiano, Julián Gómez del Castillo, entonces máximo responsable de la editorial ZYX, a la biografía de Cipriano Mera, líder de la CNT anarcosindicalista, que había dirigido un cuerpo del ejército republicano en las batallas de Guadalajara y de Madrid, y que, junto  al coronel Segismundo Casado, Julián Besteiro y otros (Junta de Defensa), habian dado un golpe de mano contra el alto mando del ejército de la República, para no prolongar inútilmente la guerra y evitar la destrucción total de Madrid. La biografía de Mera estaba escrita por Javier Marijuán y Ana Cuevas, y editada en 1994.

En ese prólogo nos cuenta Julián que en 1969, junto a otro compañero y colaborador, visitó en Paris a Cipriano Mera, con el objetivo de conseguir editar su Diario de Campaña en la editorial que dirigía. Mera tenía un gran aprecio por la misma, pues había publicado varias e importantes obras de autores anaquistas. El matrimonio Mera invitó a sus visitantes a un café. Estaba acompañado por dos jóvenes anarquistas, que no abrieron la boca en todo el tiempo. Dejando a un lado el tema del libro, la autogestión en España o el movimiento obrero en nuestro país, que fueron los otros grandes temas de la  conversación, el primero y principal fue el de la Iglesia. Un anarquista como él no podía entender, como casi todos los líderes del exilio, que militantes obreros cristianos se hubieran opuesto al fanquismo desde año 1943; que hubieran fundado la HOAC, o que hubieran organizado la editorial ZYX. Ni podía entender que fueran a misa -a esas misas que el cura se pone ropas raras-, o que sostuvieran la editorial más revolucionaria de España. 

¿Ustedes creen en Dios?, fue una de las preguntas del anarquista. Es la razón de ser de nuestra vida militante por un mundo sin opresores ni oprimidos, contestó Julián. Y enhebraron un largo diálogo sobre la explotación del hombre por el hombre en la sociedad imperialista salida de la II Guerra Mundial. Luego se centraron en la ciencia y la técnica, en la que hombres como Mera y Peirats, otro líder anarquista amigo de Julián, ponían la máxima esperanza, esperando que un día se rebelararan contra el imperialismo capitalista actual. No se pusieron de acuerdo en ese punto, aunque en otros sí.

Cuando Gómez del Castillo preguntó a Mera por la solidaridad de sus compañeros para con él, esta fue  su amarga respuesta: Espero morir pronto y que la tierra me dé el calor que me negaron mis mejores compañeros. A lo que replicó, emocionado, Julián:  Ese calor que esperas de la tierra yo le llamo Dios. Lo tendrás.  No se quedó Cipriano sin comentar: El Dios en quien tú crees, yo también creo.

Después de horas de conversación, Cipriano y Julián se abrazaron largamente y lloraron juntos.

Con cristianos así, dijo el anarquista, la Guerra Civil no hubiera existido. LLévate mi Diario de Campaña.