De Artariain a Santa Cecilia

 

            Está la tarde algo triste, las nubes vienen y van, y podría llover dentro de unas horas. Pasando por el Cristo de Catalain, siempre digno de contemplación, nos acercamos primeramente al concejo de Artariain, en plena Valdorba -tantas veces descrita-, dentro del ayuntamiento de Leoz, donde había estado Paulita, la semana pasada,  con sus compañeros senderistas. Artariain, propiedad en aquellos tiempos -¿una villa?- de un señor romano llamado Arturus, o algo parecido, ha doblado casi sus habitantes en estas últimas décadas y es un pueblecito antiguo preciosamente renovado e ilustrado, a orillas del río Cemborain, lleno de árboles, plantas y flores, donde hasta el último rincón es bello o, al menos, adecentado. Se recoge en torno a la iglesia protogótica (1200) de San Juan Bautista, con una portada renacentista, a la que corresponde, a la entrada del lugar, la ermita gótica de Santa Lucía. Las humildes y coquetas caléndulas nos acompañan durante todo nuestro recorrido.

Y de allí volvemos a Garinoain, y, pasando el río Cidacos y las vías del tren, retornamos a Santa Cecilia, no solo a la ermita, a la que, por la falta de la romería anual, debido a  la pandemia, le han crecido los zarzales a la entrada, sino al castro celtibérico que fue  todo el mogote muchos siglos antes. Fue uno de los primeros cerros amesetados que se me antojaron, al verlo, un poblado prerromano. Conserva todavía hoy en su figura ovalada los claros y numerosos restos de muralla de piedra arenisca en paramentos de sillarejo colocados a seco. Tras admirar el bello espectáculo de campo de colza que ocupa el flanco occidental del castro y oler su intenso perfume, recorremos hoy tranquilamente todo su perímetro. El sector septentrional del mismo, limitado hoy por una pieza de cereal, está defendido por un foso profundo que mantiene su elevada contraescarpa. En el ángulo noreste hay un segundo foso paralelo, que hace juego con el anterior. Los robles ocupan buena parte del espacio dotándole de una grande y ruda belleza. Otra gran pieza de cereal, no cultivada este año, ocupa todo el sector meridional, donde pudo extenderse el castro, pero en el talud debajo del camino actual, que lleva a la explanada, hay poderosos derrubios de muralla,  y estructuras de habitación, con pequeños muros de sillarejo y niveles celtibéricos, destruidos por incendio. Con cuyas piedras los romeros de Garinoain han hecho durante siglos, en la parte baja, bancos y hogales de piedra para el día de la romería. Lo mismo que en el lado septentrional. La entrada al reciinto debió de estar, tras un recorrido helicoidal desde el norte, en el ángulo suroeste, donde, a la vera del camino actual, resiste un lienzo de muralla auténtico con grandes careados de arenisca de más de un metro de largo, que pudo ser una obra defensiva avanzada a modo de torre  o módulo de entrada.

En la mesetilla y en sus alrededores se localizaron cerámicas manaufacturadas, celtibéricas sobre todo, en un contexto de incendio; también piezas fragmentarias de molinos de mano.

¿De dónde tomaban el agua estos pobladores de la Edad del Hierro Antiguo-Final? El Cidacos no está muy lejos, pero más cerca está el arroyo Arambero, a menos de 500 metros al suroeste, y en su entorno nacen algunas fuentes en el termino llamado Monte Viejo. El castro debió de ser destruido, por las muestras de incendio, a final del del primer milenio a. C. ¿Un rayo? ¿Los romanos? ¿Otros celtíberos? ¿Los de Oiamburu, los de Murugain?

Los cinco cil y pico metros cuadrados de superficie fueron durante siglos tierra de labor; en los penúltimos tiempos para el cultivo de bisaltos, pero últimamente se plantaron por toda la planicie del viejo poblado diversos árboles ornamentales, que no han dado resultado, fuera de dos o tres serbales. Solo los recios y tercos robles ornamentan los flancos norte y este del cerro testigo.

Y en esto que comienzan a caer unos goterones que nos hace refugiarnos en el coche. Llueve intensamente durante un buen rato, con algunas rachas de granizo. Lo que nos impide continuar la ruta hasta el vecino Oiamburu, al que buscamos un día en balde y ya tenemos identificado. Pasa corriendo  junto al coche  una oveja, que parece solitaria.

¿Cuándo se decidirá la autoridad competente a colocar un panel informativo, junto a la ermita, resumiendo los datos comprobados de este bello e importante castro celtibero?