En La sociedad de la transparencia (2012), Han afirma que la transparencia como tal no es la verdad: la falta el sentido. Yo diría que es solo aparentemente transparente y es fundamentalmente narcisista. El filósofo coreano la describe como el infierno de lo igual y añade: El sistema social somete hoy todos sus procesos a un coación de transparencia para hacerlos operacionales y acelerarlos. La hiperinformación y la hipercomunicación testimonian de la falta de verdad e incluso de la falta de ser. Le parece absurda la necesidad de entregarlo todo a la comunicación y a la visibilidad.
El narcisismo es expresión de la intimidad consigo mismo, cuerpo y alma, sin distancias, de la falta de distancia consigo mismo. Pero el hombre necesita una cierta proporción de claridad y oscuridad, y la transparencia pura y dura quita a las cosas y a los acontecimientos su encanto y deja sin función a la fantasía. Esa falsa transparencia, ese burdo narcisismo impide igualmente intuir lo sagrado, lo sacro, al que sustituye zafiamente por la llamada transparencia de lo mismo.