La sociedad del cansancio y de la llamada transparencia es también, según nuestro autor coreano, la sociedad de la aceleración, que impide la reflexión y la contemplación que dan sentido a la vida y a la historia. La prisa y la dispersión llenan ese difícil vacío, reduciendo el tiempo presente, que ya no dura, a ciertos picos de actualidad.
En la sociedad de la aceleración se consumen vivencias, no experiencias. La experiencia, personal y comunitaria, según Han, tiene consecuencias, de las que surge la fuerza de transformación, mientrss que la sola vivencia, meramenrte puntual, deja intacto lo existente. Nuestra sociedad de la información es una sociedad de vivencias. Podríamos decir que la experiencia es más un proceso que un mero acto puntual: La vida actual ha perdido la posibilidad de concluirse con sentido. De ahí proceden el ajetreo y el nerviosismo que caracterizan la vida actual. (…) Ya no hay historia ni unidad de sentido que colmen la vida.
En su libro El aroma del tiempo: Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse (2009) define el autor nuestro tiempo como un tiempo de puntos, un tiempo sin aroma. El tiempo comienza a tenerlo cuando adquiere una dirección, cuando cobra una tensión narrativa, o una tensión profunda, cuando gana en profundidad y amplitud, en espacio. Lo contrario de vivir al día, sin sentido, sin rumbo, en plena desorientación.