El ilustrado benedictino gallego Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro (1676-1764) se abría paso en su Teatro Crítico Universal entre el casticismo de unos y el papanatismo de otros; entre los que creian que España era lo mejor del mundo, o lo único bueno, y los que sólo veían cosas buenas en el resto de Europa, mientras miraban avengozados el estado de su patria. Feijóo defendía una conciencia nacional española, dinámica y creadora, ni mímesis de lo extranjero ni falsa pasión nacional. En unos -escribía el monje sabio- no veo afecto alguno a la patria, en otros sólo veo un acto delincuente, que con voz vulgarizada se llama «pasión nacional».