Los tres castros de Tafalla

 

        El Cidacos baja recio. Parece un río hecho y derecho. Hacía años que no subía al castillo de Tafalla. Todo está muy cambiado. Hubo aqui probablemene una fortaleza árabe en los siglos VIII-IX. Un castillo medieval. Y un Fuerte liberal, llamado de Santa Lucía, por la capiila de la santa en el viejo palacio, durante las guerras carlistas. Pero el cerro, cubierto el suelo de mostazas y poblado de pinos piñoneros, tiene todas las disposiciones para haber sido un oppidum celtíbero sobre la vega del Cidacos y los accesos a los cuatro caminos de los cuatro puntos cardinales. Lo cierto es que aqui se encontraron cerámicas manufacturadas y celtibéricas, romanas y medievales. Hoy un camino helicoidal nos lleva hasta la cima. Y en todos los niveles hay bancos y mesas, en una de las cuales comemos de cara al cierzo y el sol de enero, que es el más acariciador de todos. En el plano inferior, enfrente de Santa María, se empotra  la Casa de aguas (1914) y unas escaleras llevan hasta la amplia y llana terraza superior, cuyo primer aterrazamiento fue seguramente obra de la Edad del Hierro. Cómodo mirador, si los pinos no impidieran la visión completa. En el ángulo suroccidental se levanta una cruz de piedra, con inscripción sobre lápida de mármol en la cara meridional: En memoria de todos los tafalleses muertos a causa de la guerra civil. La base y los lados están pintajerreados, y debajo de la inscripción, algún mamarracho ha escrito con tiza blanca, que nadie ha borrado: Abuso de poder gobierno, curas, policia a la misma camara de gas os metia. También en los muros de la Casa de aguas hay pintarrajerías varias, con pintadas como Policía asesina…, que yo pensaba eran cosas de otros tiempos.

De Tafalla nos vamos a Valmediano o Montemediano, unos kilómetros al sur, y encontramos fácilmente los altozanos, ahora poblados en gran pàrte de pinos piñoneros, donde estuvieron el castro y el anticastro, desde el Hierro Antiguo al Final. Pasamos por el arroyo que les daba agua, y sigue recorriendo el prado del Valmayor, prieto de carrizos, en una llanada de sembrados cerealísticos, todavía parcialmente aguachinada por las últimas lluvias, pues fue lugar antiguo de pequeñas lagunas, desecadas posteriormente. En el camino, relleno de olivardas secas, levantamos unas calandrias, de coreagráfico volar. El castro abarca dos recintos, de 9.600 metros cuadrados en total, separados por un foso amurallado, ocupado  por un campo de cereal, con una buena vista, por ambos lados, sobre el valle del Cidacos, la Plana de Olite  y el camino hacia la Sierra de Ujué. Tenemos delante de nosotros la ciudad torreada y luminosa, residencia de nuestros reyes. El primer recinto estuvo un dia cultivado y hoy crecen en él romerales y tomillares. Conserva una casi completa muralla de tierra y piedras en el costado oriental. El segundo recinto, que fue tal vez continuación del primero, es un campo de cereal. Por aquí se encontraron abundantes cerámicas manufacturadas y celtibéricas. Abandonado probablemente en el siglo I, sus pobladores pudieron trasladarse a los dos poblados próximos o habitar ya en la nueva población romana de la ladera o del llano de la que sería, siglos después, la futura Tafalla.

Nos queda un buen trozo de tarde para visitar el tercer castro, de nombre Gerón, al que llegamos por detrás de la fábrica de Luzuriaga, mucho mayor de la que estamos avezados a ver. Cerca del Cidacos, que pasa hondo, con muchos rastros de basura arrastrados en los últimos lluviazos. Avanzamos por un camino que lleva a una casa, donde ladra un perro. Sale un paisano y llega otro con un coche. Decimos que queremos ver el castro y preguntamos si podemos pasar. A lo largo de todo el camnino corre, alto, un cerco de piedra y tierra sobre una antigua acequia de riego. Las nuevas huertas, debajo del camino son varias y pequeñas. Cuando llegamos al final del cerco, vemos la inmensa explanada interior, 12.700 metros cuadrados, al borde del mismo río, que ha hecho de las suyas en el terreno, inundable cada día más por la acumulación de materiales en el cauce. El castro de la Edad del Hierro debió de estar sobre un pequeño cerro testigo, de forma ovalada, en el extremo sureste de la superficie indicada. Aqui aparecieron cerámicas manufacturadas y torneadas, así como molinos barquiformes de piedra. Todo el resto de la explanada, que pudo estar dedicada a las actividades ganaderas y de todo tipo, está lleno de caracoletas y olivardas secas. Sobre la superficie plana del terreno quedan aún rastros de los montones de grava de cuando la moderna cantera, que destruyó, según Armendáriz, que lo descubrió y estudió, los restos del castro, que todavía en 1967, cuando se fotografió desde el aire, estaba intacto. Solo son visibles retazos de muralla (derrumbe) en la parte meriddional, gracias a la vieja acequia seca y supérstite

En el gran mamotreto industrial cooperativo de Fagor Edelan, Tafalla, S. coop., fuente primera de progreso en toda la zona, están encendidas ya las luces interiores  y hay todavía unos cuantos coches en los patios.