José Madinabeitia y Toribio Echevarría (y II)

 

       Los dos discursos de Madinabeitia pasaron sin comentarios en la prensa liberal, pero no en la nacionalista, donde hablaron de una evolución histórica en el Partido Socialista. Pero a su articulo en El Liberal salieron al paso muy críticamente, en el mismo periódico, Tomás Mendive, Eugenio Lambarri y Felipe Carretero. Lambarri, el más serio, criticaba el nominalismo de Madina, al hacer de un grupo étnico una nación y hasta un Estado, sin contar  con la voluntad de las personas, y afirmaba que hablar en términos de raza era ya llamarse nacionalista, incompatible con el socialismo.

Por aquellas fechas, y publicado por la Casa del Pueblo de Eibar, aparecía el folleto La Liga de las Naciones y el socialismo, de Toribio Echevarría (Eibar, 1887 – Caracas, 1968), otro de los prohombres del socialismo guipuzcoano, junto con Madinabeitia y Aquilino Amuiátegui. Autor de varios libros sobre política, sociología, viajes, lingüística o religión, fue durante muchos años gerente de la cooperativa socialista Alfa, asi como miembro de la Sociedad de Estudios Vascos y académico correspondiente de Euskaltzaindía. Echevarria, como sus compañeros eibarreses, confiaba  plenamente en la Liga de Naciones, que venía a instaurar una era de paz y de concordia, terminando con los ejércitos hechos para la guerra y abriendo la posibilidad de un ejército o policía mundial.

Tomando el lema de Wilson como fundamento de toda democracia, esperaba que muchas naciones, también España, tendrían que cambiar su Constitución y adaptarse a las nuevas reglas democráticas. Como su colega en el célebre artículo y en sus dos conferencias, también Echevarría fundamentaba la plena soberanía politica de Euskadi en las cuatro bases -cambiando raza por origen-, pero entendiendo por grupo natural, prestado por la Naturaleza, al decir de Madinabeitia, el conjunto de España, dado el ímtimo nexo de cohesión con el País Vasco durante siglos, incluidos el patrimonio espiritual de la religión católica o la economía. En cuanto a la cultura: no tenemos otra cultura que la hispana, y la vasca, si  se da algún día,  tiene que ser una hija espiritual de aquella. Y, si de la lengua hablamos, tenemos la lengua común, la castellana, lengua vulgar de medio País Vasco y culta de todo él,  ya que el vascuence no responde a las complejidades y a los múltiples conceptos intelectuales de la vida moderna. De ahí la necesidad de la Federación Ibérica y, después, de la comunidad mundial de la Liga de las Naciones.

Toribio Echeverría volvía luego a lo ya dicho por las Federacines y Sociedades obreras de Guipúzcoa sobre las futuras competencias del Estado, de las Diputaciones y de los Municipios, basadas todas en la autonomía inidividual: Porque, si el inividuo no es libre, no vale nada que lo sea la colectividad a la que pertenece.