Si algo cura y sana el pasado de raíz no es el asco, el desprecio o el olvido, sino el perdón. El perdón a uno mismo y a los otros. Sin vuelta de hoja.
El coitocentrismo, tan de moda, nunca lleva al centro. Siempre lleva al mismo extremo.
El reto mayor de todo ritual es evitar e impedir la rutina del mismo.