Efectos de la invasión de Ucrania (II): España y el Sáhara Occidental

 

          Lo cierto es es que, al socaire o al sofuego de la guerra de Ucrania, la casa real de Marruecos ha dado la noticia y ha publicado la carta del presidente del Gobierno de España al rey Mohamed VI dando por buena la propuesta (2007) de este de dar una cierta autonomía, pero nunca la posibilidad de un referéndum a los habitantes del Sáhara Occidental. Con esta decisión de su real pecho el presidente Sánchez rompe con la tradicional postura española, apoyada por todos los partidos españoles, e impulsada por el Consejo de Seguridad de la ONU desde 1991 y mantenida por el mismo hasta hoy. No solo eso. La decisión de Sánchez termina con una de las banderas internacionales más desplegadas en la reciente historia del PSOE, que es la autodeterminación del Sáhara y el apoyo al Frente Polisario de Liberación. La solución del problema saharaui por medio del acuerdo de una referéndum de autodeterminación al amparo y bajo la tutela de la ONu estaba en el programa socialista electoral de 2019, y quedó confirmado en el último Congreso de Valencia.

¿Qué ha sucedido de verdad a última hora? ¿La presión de Francia, país protector del Reino de Marruecos, como principal potencia colonial que fue, o tambien de Alemania, que con Ángela Merkel se inclinó recientemente por la causa de Mohamed VI? O la de la OTAN – Estados Unidos de América, poderoso amigo de Marruecos, sobre todo desde que el atrabiliario presidente Trump reconoció, pocas horas de abandonar la Casa Blanca, la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, reconocimiento hecho suyo por su sucesor el demócrata Biden? Conociendo como conocemos la creciente influencia de China y Rusia en el Sahel y en toda África Media, no puede cabernos duda alguna.

Pero la presión mayor procede de la política de acoso inmigratorio, llevada a cabo por el rey alauita en la frontera marroquí-española, sobre todo a través de las dos plazas de soberanía, Ceuta y Melilla. (No hay más que leer las declaraciones de los dos presidentes de las dos Ciudades Autónomas, uno del PP y otro de Ciudadanos, aunque expulsado del partido, aliviados por la nueva actitud del Gobierno español). Con esta nueva actitud y actuación, Pedro Sánchez recupera una cierta tranquilidad en el flanco Sur, cuando más agobiante deviene el flanco Norte, verdadera pasarela de refugiados ucranianos hacia nuestro país. ¿Hay Gobierno, hay Nación que pueda resistir esa presión, ese peso, esa gravedad por las dos partes? Pero ¿hasta cuándo podemos fiarnos del monarca islamita? Cuando le convenga, volverá a hacer de las suyas, porque conoce nuestra radical debilidad y su privilegiado papel en el Norte de África. Y Ceuta y Melilla seguirán en el alero.

Por más que, sobre todo los que hemos visitado la miseria y la debilidad de los  saharauis en los campamentos de Tinduf (en la frontera argelina), hayamos conocido de cerca la voracidad y la criminal actuación de Marruecos contra el pueblo que ocupó ilegalmente en 1974, aprovechando la agonía de Franco, nunca hemos visto probable el referéndum propiciado por la ONU, al contar Marruecos con un aplastante ejército frente a la pobre guerrilla del Polisario, sostenido sobre todo por Argelia, y por contar el Régimen autócrata marroquí con el apoyo financiero y militar de USA y de Francia. Por eso, la propuesta de una autonomía, aunque reducida, para el Sáhara se nos hace muy tentadora. Ahora bien, ¿qué significa una cierta autonomía dentro del Reino de Marruecos, un Estado absoluto, una teocracia implacable en manos de un sátrapa? No, Marruecos no es España o It alia. Y, además, ¿de qué nos sirve esa salida política, si es aborrecida por el Polisario, por Argelia, y sobre todo por buena parte del pueblo saharaui? ¿Mayoritaria, minoritaria? ¿Cómo lo sabremos?

Lo que sí sabemos es que el versátil, voluble, desideologizado Sánchez ha tomado la decisión, que sepamos, no solo sin consultarla con Argelia o el Frente Polisario, pero ni siquiera con su propio Gobierno, y menos con la Oposición, que ha visto roto -uno más- el consenso en política internacional. Autocráticamente. Y todo de palabra, sin un Convenio, como exige la Convención de Viena y la misma Constitución española.  Con los mismos argumentos que nosotros repudiamos al dictador ruso. ¿Solo Real Politik contra justicia y derecho, contra normas internacionales, ahora que estamos sufriendo la Real Politik de Putin?

Queda algún cabo más, por ejemplo, el judicial, donde se tramita y dilucida lo ocurrido con la  reciente e irregular venida de Brahim Gali, secretario general del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, a un hospital de España… ¿Estará implicado nuestro presidente? Pero no quiero adentrarme en ese berenjenal. Quedan muchos más cabos sueltos, que solo el tiempo nos irá revelando.