«De campesino a historiador»

         El libro, De campesino a historiador: Apuntes biográficos, del conocido y reconocido capuchino fray Tarsicio de Azcona (Jesús Morrás Santamaría), 173 páginas, 30 capitulitos y 363 puntos, acabado de escribir el 1 de enero de 2021, y bien editado por el Gobierno de Navarra, con varias fotografías en verdi-blanco y verdi-negro, es un libro primoroso, instructivo y recopilador.

Primoroso, escrito en prosa franciscana -sencilla, alegre y ferviente cuando toca-, preparada por una larga y nunca terminada formación humanística. De trazo corto, clara como un manantial. Ni sofisticada  ni presuntuosa. Fluye sin cesar cuando cuenta sucesos ordinarios, cotidianos. No se hace solemne, sino más humilde y elemental cuando narra acontecimienos claves de su vida o se refiere a otros relevantes en el entero siglo que le ha tocado vivir. Ni es efusiva en los elogios ni áspera en las críticas. Siempre modesta, elegante, compasiva a veces, humanista siempre.

Instructivo,  pues, como que sí, como que no, el libro repasa, siguiendo su propia vida, todo un siglo, entre el XX y el XXI, desde aquel 24 de diciembre -¿qué fecha mejor?- de 1923. Desde casa Santamaría, en el Concejo de Azcona, Valle de Yerri, en Tierra Estella, donde fue huérfano de padre a los ocho años, hasta esa última fecha, en el convento capuchino extramuros de Pamplona, ya con las dos manos en el taca-taca, todo lo que nos cuenta es ya historia, e historia -sucesión de hechos contados e interpretados- de Navarra, de España, de Europa y del mundo; de la Orden Capuchina; de la Iglesia católica… De muchos de ellos no sabíamos nada y ahora lo aprendemos. O, si lo sabíamos, ahora se nos recuerda, sintetiza y actualiza,

Recopilador, porque de modo magistral, como de un historiador bien bregado y ubérrimo, coronado po el laurel la Real Academia de la Historia, el libro es un atinado, riguroso y nada hinflado retrato de su vida, que incluye las muchas circunstancias de la misma: desde los colegios de Alsasua, Sangüesa, Estella, o Pamplona, pasando por Roma, Alemania, Chile, Ecuador, Madrid, Barcelona Simancas… y cualquier lugar donde hubiera una archivo tentador. O en los mil ministerios apostólicos que en su parroquia de barrio y fuera de ella le tocó con toda clase de fieles. Y siempre con una gran devoción por su familia numerosa y por sus muchos amigos, entre los que he tenido la suerte de encontrarme y de poder contarlo. ¡Dios mio! uno se pregunta: ¿de dónde sacó este hombre tiempo-vida para todo?

Gracias, Tarsicio, por este penúltimo -uno de los penúltimos- regalo. Nos dices en las líneas finales que prosigues caminando con la andadera de la ancianiad hacia la luz perpetua. Que llegue esa, luz al menos, después de tu centenario, el 24 de diciembre de 2023. Para que hasta tu calendario sea redondo. Como tu vida. Y como este libro que acabo de leer.