Que en toda una comisión parlamentaria, por secreta que sea, se exija del Centro Nacional de Inteligencia aclarar a quién se espía, es el colmo de una institución oficial e inteligente.
La inteligencia de un Estado democrático exige mucha buena memoria, poco sentimiento y, sobre todo, mucha buena voluntad.
Cosa curiosa: que el mango no tenga mango.
Muchos políticos hablan con naturalidad de rodar cabezas. ¿Tan redondas y rodantes creen que son?