La razón de Darwin

En la clausura del bicentenario de Darwin no estará mal recordar que sus mayores antagonistas fueron los protestantes fundamentalistas, aunque también buena parte de la Iglesia católica. El autor de El origen de las especies, agnóstico pero no ateo, erigió la selección natural, que habían estudiado otros sabios como Mendel, en un factor positivo, aunque uniendo su teoría fundada en la realidad con algunas reflexiones de Adam Smith sobre la maximización individual de los beneficios. Pero lo fundamental de su doctrina responde a un hecho comprobado, del que el sabio inglés da  una descripción interpretativa, y en el que no intervienen finalidades de ningún tipo. En aquel tiempo, y todavía en éste, tamaña afirmación chocaba con la educación religiosa de casi todos y con la teologìa tradicional enseñada en la mayoría de los centros de formación cristiana de todas las confesiones: la creación inmediata del primer hombre por Dios, la providencia divina en sentido superrnaturalista, la creación divina de cada una de las almas, el pecado original a la manera tradicional desde san Agustín… Hubo incluso políticos progresistas, a comienzos del siglo XX, que se opusieron al darwinismo porque vieron en él una operación de la ley del odio, por la que los fuertes desplazan y eliminan a los débiles.Y   es que entonces, y en parte hoy también, es muy difícil reconocer la brutalidad y la crueldad de la naturaleza, que no actúa por fines como el hombre, ni es moral como la persona.- Gracias a Dios y a muchos miles de investigadores, muchos de ellos  teólogos y santos, ninguna de las tesis que aparecían como intangibles de la doctrina católica del tiempo a la hora de rechazar la nueva intuición, teoría, hipótesis y tesis de Darwin, sigue siéndolo hoy para la gran mayoría de los católicos ilustrados, que siguen de cerca los progresos de la exégesis y de las demás ciencias religiosas. En casi todo lo esencial, tampoco en todo -basta leer los trabajos, ya clásicos, de  Collins o de Polkinghorne- ,Darwin tenía razón.