Luz en la penumbra

 

           Asi se titula la exposición, que tiene como subtítulo: Sanidad y humanitarismo en los conflictos bélicos, que está teniendo lugar durante este primer semestre en el Museo Carlista de Estella, cuyo comisario, artífice y alma es nuestro amigo el médico de Cáseda, escritor e historiador especializado en temas carlistas, Pablo Larraz. Un grupo de amigos tuvimos la suerte de poder recorrerla, paso a paso, hace unas semanas, de su mano maestra. Como si la invasión de Ucrania, su guerra y sus matanzas le hubiera dado mucha mayor actualidad a su ya perenne importancia, la exposición tiene como capítulos sucesivos El rostro del dolor – Una llama en la oscuridad: humanitarismo y ciencia – El hospital de Irache – Las margaritas: la mujer carlista y su incorporación a la sanidad – El hospital Alfonso Carlos – Las comunidades del dolor.

Pablo Larraz ha sabido conjugar un tema capital de la historia universal (primero, segundo y último capítulos) con la historia concreta del carlismo en algunas de sus mejores experiencias (capítulos tercero, cuarto y quinto capítulos), que él tan bien conoce, al haber escrito su tesis doctoral sobre el  hospital Alfonso Carlos. Ni que decir tiene que el comisario ha puesto en acción todo su inmenso archivo, museo y biblioteca carlistas al servicio de la exposición, que ha completado con toda clase de aportaciones de archivos, bibliotecas, fundaciones y museos españoles, así como de muchos propietarios particulares: cuadros, lienzos, litografías, mapas, gráficos, banderas, estandartes, manuscritos, cartas, diarios, libros, daguerrotipos, fotos, periódicos, revistas, panfletos, carteles, rótulos, hojas volantes, objetos sanitarios de todo tipo…

Los cientos de ilustraciones y de objetos expuestos van desde cuadros de la serie goyesca Los desastres de la guerra hasta el Retrato de doña Margarita, de César Muñoz Sola, y desde cartas del P. Benito Menni hasta las fotografías de las enfermeras carlistas o las fotos, siempre las más impactantes, de los requetés heridos en combate o en las camas del hospital Alfonso Carlos de Pamplona.  Sin que falte tampoco el testimonio de la represión en Navarra durante la guerra civil a mano de cobardes y fanáticos incontrolados. Y para que podamos tener una idea o fijar algunos de los muchos recuerdos de los que vimos la exposición, basta echar un vistazo al variadísimo índice de piezas de la misma en el excelente Catálogo editado por el Gobierno de Navarra: el Convenio de Lord Elliot; el catalejo de Zumalacárregui; una lanceta para sangrías; botiquín de campaña del siglo XIX; el libro de difuntos del hospital de la caridad de Lesaka, de 1874; el album del bloqueo de Pamplona; un microscopio Compost Leitz, de 1930…

Los testimonios recogidos en las últimas páginas de médicos, enfermeras, heridos leves y graves del hospital de Pamplona justifican y bendicen, en el sentido bíblico de agradecer, mejor que todo lo mejor que podamos decir cualquiera de nosotros, la utilidad y actualidad (actuar, agere) del hecho de de poner a la vista de todos (ex-posición) la más alta gama de la com-pasión, de la caridad-gratuidad, y del amor-servicio en todos los lugares y tiempos de nuestro mundo y, dentro de él,  la de un movimiento secular como el carlismo entre nosotros, de sus mujeres y de sus militantes, de sus jefes y de sus profesionales, en medio de conflictos tan dolorosos como las  guerras. 

Luz en la penumbra y en la sombra entera. Luz en la oscuridad. Luz que sigue iluminándonos. Y que durará por los siglos.