Solemos aducir refranes en el habla común y cotidiana para lo bueno y lo malo. Pero, en general, solemos escribirlos más bien a la hora de la moraleja y de la moralina. Leyendo la segunda parte de mi muy apreciado Guzmán de Alfarache, entre el tesoro de refranes, proverbios, dichos populares que va desparrando por sus muchas páginas, encuentro este, que puede parecer excesivo y hasta brutal, pero que a Mateo Alémán, uno de nuestros mejores clásicos, le pareció no descabellado y menos imposible, sino hasta oportuno y ejemplarizante:
Quien vergüenza no tiene / toda la villa es suya