«Biografía no autorizada del PNV»

 

           Tiene razón que le sobra el escritor, ensayista e historiador navarro Fernando Vaquero Oroquieta para estudiar y presentar los numerosos hechos inquietantes de los que ha prescindido la leyenda rosa que, como halo romántico y hasta superterrestre, ha venido coronando la historia no escrita del PNV. Y no es porque no exista una seria y rigurosa bibliografía sobre el partido de Sabino Arana, como se expone al final de este estudio, sino porque la inmensa mayoría  de la gente no la conoce y se queda cándidamente con la leyenda inducida.

Pero bastan los primeros capítulos de esta obra, didáctica y pedagógica sobre todo, para que la leyenda se esfume como las boiras de primavera. Si, además, a esos capítulos fundamentales les añadimos los tan desconocidos que nos hablan de los contactos del PNV con los nazis, con la CIA, y los archiconocidos sobre las relaciones con ETA, que hemos sufrido en nuestras propias carnes, estamos a punto de ver configurada otra leyenda, muy distinta de la anterior, con mucho mayor fundamento histórico.

En algún punto, para ser veraces, habría que matizar y averar bien lo que se dice, por ejemplo, en el que trata de las extravagancias ridículas del arqueólogo Gil en Iruña-Veleia. Yo mismo acabo de enterarme de que la Diputación alavesa, que vio pronto la parodia, le puso fin y la mandó a los tribunales, era en 2007 una Diputación peneuvista, con una valiente consejera de cultura, de EA, e igualmente la Diputación que en 2020, disconforme con la primera y leve sentencia condenatoria, la recurrió pidiendo más años de cárcel y mucho mayores multas, lo que consiguió solo parcialmente un año después.

En cuanto a los últimos decenios de gobiernos del PNV, habría que distinguir bien los regidos por los lehendakaris Ardanza, Imaz o Urkullu del binomio Arzallus-Ibarretxe,  tal vez el período más triste de toda la historia del PNV. Por lo demás, dado el éxito innegable, administrativo, político y electoral del partido-guía en todo el País Vasco, habrá que reconocer lo que las mismas gentes de la vieja zona minera de Vizcaya, otrora feudo del PCE y del PSOE, o de Vitoria, Laguardia y la Ribera, un día plazas fáciles para el PSOE y el PP, me han dicho tantas veces. No es ahí la leyenda rosa la que cuenta, sino la eficacia y la eficiencia de los jelzales, y la inhablidad de los dos grandes partidos españoles, que no han sabido acomodar sus políticas nacionales al microclima vasco. Y me temo que no sea en este caso una nueva leyenda negra.