No es raro que personajes poco o nada religiosos, incluidos algunos de vida poco ejemplar, y aun con muchos excesos, despilfarros y abusos, salgan por ahí diciendo que no creen en Dios a causa de las grandes diferencias personales y sociales que existen en el mundo. Se diría que quieren acaso excusarse o justificarse a sí mismos, cargando cómodamente toda responsabilidad sobre un Dios injusto -y pueril, digámoslo todo-, en quien dicen no creer. Pero, si Dios no existe, ¿quiénes son los responsables de tamaños desaguisados? ¿Será la Madre Naturaleza, la Madre Tierra, la nueva Diosa de tantos actuales creyentes?