Antes que la cristiandad celebrase
el nacimiento de Jesús
-mediado el siglo IV, pontificado del papa Liberio-,
los cristianos de Roma, en los años anteriores:
pobres, esclavos, soldados, y algunos propietarios,
presbíteros, obispos, y hasta algunos papas,
varios de ellos mártires de la fe,
fueron enterrados en las catacumbas llamadas de San Calixto,
quince hectáreas entre la Vía Appia y la Vía Ardeatina.
Allí dibujaron y pintaron en los muros de las tumbas
el crismón, la figura del Buen Pastor
el Cristo bendiciente
o la cándida paloma
con el verde ramito de olivo.
Y escribieron las palabras más repetidas:
vida, paz y descanso.
-vita, pax y quies-.
Cristo había nacido
profundamente en sus corazones.