La portada blanca del libro, de 168 páginas –La insospechada familia de Emilio Arrieta-, se llena con la caricatura en negro del músico navarro: de pie, largos cabellos, bigote y perilla, expresión severa, con partituras de sus obras enrolladas bajo sus dos brazos. Según el contenido del volumen, que tiene poco que ver con la biografía del artista, y sí mucho con la rectificación de muchos de los datos de todas sus biografías, los rollos podrían ser los muchos documentos parroquiales y municipales que el autor, Ignacio Janín, junto con los gráficos genealógicos, ha ido leyendo y estudiando, y que casi ocupan la mitad del libro.
Ignacio Janín es un escritor recio, con dotes patentes de mordacidad cuando la ocasión lo requiere y la razón obliga. Pero aqui la sustituye casi siempre por el ingenio y la documentación. Interesado por la vida de un antepasado indirecto de su mujer, curioseó en las circuntancias familiares y locales del músico puentesino, y se dio de bruces con un sinfin de dislates, que tenían poco que ver con la realidad, en nombres (y no solo en su grafía), apellidos, fechas, parentescos, edad, casas y calles, al hablar de los Arrieta y los Corera, o de los eclesiásticos de la familia, y, sobre todo -y este es uno de los mayores atractivos del libro-, por la manía de los sintagmas, casi motes, humilde familia y modestos hacendados, atribuidos por casi todos los biógrafos a los padres de Emilio Arrieta, falsedad que Janin va desmontando ingeniosamente a lo largo de sus páginas.
Caiga quien caiga: Gran Enciclopedia Navarra, Wikipedia, o biografías de Antonio Peña y Goñi, María Encina Cortizo o Jesús María Macaya.
Si el método Janin, esforzado y penoso por el mucho tiempo exigido, se aplicara con más frecuencia, veríamos a otros muchos hombres famosos llevando bajo sus brazos la documentación que viene a rectificar y completar a sus biógrafos oficiales.