Bien está que las Directivas de la Unión Europea, aunque sean inspiradas por el PP europeo, la mayor formación política de la Unión, se trasladen a todos los países, incluidos los gobernados por socialistas, aunque el español esta vez muestre y manosee la paridad de las mujeres como iniciativa propia y triunfo partidista y personal. Bien está que las mujeres, antes y después del 8 de marzo, ocupen el lugar y la extensión debida en listas electorales, administración de empresas y gobiernos locales, regionales y nacionales. Con la moderación que requiere la operación y la firmeza que merece tan noble causa. Después de todo, Europa es el continente que sobresale, con todas las correcciones que se quiera, muy por encima de los otros en la legislación de todo tipo en apoyo a la mujer.
Y tiempo habrá de pensar en otras paridades, necesarias también para el equilibrio de toda la sociedad. Pienso en la paridad entre personas jóvenes y maduras. Entre personas capacitadas y personas con alguna discapacidad. Entre personas autóctonas y personas inmigrantes. Entre personas blancas y personas de color. Y así podríamos seguir mucho rato…