Otro tema del discurso de Francisco fue el papel revulsivo del arte y de la fe, que las acerca y las vincula:
–El arte y la fe no pueden dejar las cosas como están. Las cambian, las transforman, las convierten, las mueven. El arte no puede ser nunca anestésico; da paz, pero no adormece las conciencias; las mantiene despiertas. Con frecuencia vosotros intentáis sondear también lo infernal de la condición humana, los abismos, las partes oscuras. Nosotros no somos solo luz, y vosotros lo recordáis, pero es necesario arrojar la luz de la esperanzas a as tinieblas de lo humano, del individualismo y de la indiferencia. Ayudadnos a entrever la luz, la belleza que salva.
Ya en la parte última de su discurso el papa romano, basándose en la acción del Espíritu, que es la la armonía, recordó que estamos en un tiempo de colonizaciones ideológicas, mediáticas y de conflictos hirientes; una globalización homologadora, que convive con tantos localismos cerrados. Este es el peligro de nuestro tiempo. También la Iglesia puede verse afectada por él. El conflicto solo puede actuar bajo una falsa pretensión de unidad; de ahí provienen las divisiones, las facciones, los narcisismos. Tenemos necesidad de que el principio de la armonía viva más en nuestro mundo y expulse a la uniformidad: vosotros, los artistas. podéis ayudarnos a dejar espacio al Espíritu. Cuando vemos la obra del Espíritu, que es crear la armonía de las diferencias, no anularlas, no uniformarlas, sino armonizarlas, entonces entendemos qué es la belleza. La belleza es esa obra del Espíritu que crea armonía. Hermanos y hermanas, que vuestro genio recorra ese camino.
Finalmente, el papa Bergoglio les dejó esta petición, tan cristiana: No os olvidéis de los pobres, que son los preferidos de Cristo en todos los modos en que se es pobre hoy. También los pobres necesitan arte y belleza . Algunos experimentan formas durísimas de privación de la vida; por eso tienen aún mayor necesidad. No suelen tener voz para hacerse oír. Vosotros podéis haceros intérpretes de su grito silencioso.