La Santa Sede no buscó el carné de católicos para invitarlos al Vaticano. Lo confirmó a los periodistas el novelista español Javier Cercas, uno de ellos:
–Yo perdí la fe católica, y, ese momento, busqué un sucedáneo en la escritura. Lo cual es un error, porque la literatura no proporciona las certezas que proporciona la fe y que yo envidio mucho.
El autor de Anatomía de un instante apreció que el papa no ofreciera una visión pedagógica o consoladora del arte:
–Me dicen que los papas se dirigen muy de vez en cuando a la cultura. Es la primera vez que lo hace Francisco, y a mí me ha sorprendido porque no ha dado un discurso protocolario; ha sido muy denso. (…) Ha hablado de la complejidad, de que los artistas en general no estamos para decirle a la gente lo que tiene que pensar. Estamos para mostrar todas las complejidades de los seres humanos y esto me parece clave.
Aplaudió también que hablara de la belleza, también de desasosiego, o sea, de que la literatura está para incomodar.
Cristina Morales, la otra autora española presente en la cumbre, estimó que el papa vinculara la figura del artista con una figura divina, capaz de crear. La autora granadina llegaba a Roma con su novela sobre santa Teresa de Jesús bajo el brazo, ferviente admiradora de los escritores místicos.