Hace unos días, tuve la suerte de ver la célebre película de 1960, Exodus, llena de premios, y ya libre de la censura franquista, basada en la novela de Leo Uris, dirigida por Otto Preminger, y con el elenco de actores y actrices de primera división, donde Paul Newman, el protagonista, comenzó a hacerse famoso.
Aunque ni la novela ni la película tengan que ser exactamente históricas, y la película sea claramente un canto a la épica de la partición de la antigua Palestina en dos entidades y a la fundación del Estado de Israel, los principales acontecimientos del tiempo están presentes en la obra de arte: los campamentos de refugiados judíos en Chipre, Francia o Alemania; la emigración judía a Palestina; los movimientos rebeldes judíos, moderados o fanáticos, contra el Mandato británico; la vida comunal de un kibutz; el ataque terrorista de los extremistas hebreos al hotel Rey David, sede habitual de mandatarios británicos; la exultación ante la noticia de la partición del Territorio por la ONU.
No faltan en la cinta momentos de fraternidad entre musulmanes y judíos, aunque sean coetáneos a la lucha sorda o ruidosa entre las dos comunidades para disputarse un pedazo de tierra o el rectángulo de una casa en el Territorio hasta entonces común.
Historia, novela, cine: realidad, interpretación varia…, todo puede ayudar, con un poco de tiento, para conocer mejor y amar todavía más este frágil tablero en llamas de Israel-Palestina, la Tierra Santa de las tres religiones, el lugar del mundo donde más se habla de paz, y donde la guerra no ha cesado, más o menos aparente o soterrada, desde 1948.