Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959), padre de cinco hijos, ex luterano, ex alcohólico, ex marxista, socialista, premio Nobel de Literatura 2023, novelista, poeta y dramaturgo prolífico -el dramaturgo vivo más representado- es un católico converso de cuerpo entero, autor sobre todo de una novela río Septología, cuyo protagonista Asle, presente también otras ficciones, es un heterónimo en quien el escritor vuelca toda su hondura con temas recurrentes, como el yo ante los otros, los sueños, la tensión entre luz y oscuridad, la trascendencia de nuestras decisiones, el amor y la compasión que nos salvan o el hombre nuevo que emerge.
La prosa lírica de Fosse, bien conocida en el norte de Europa, mezcla de novela y de poesía, contiene ritmo, huye de comas y puntos, compone un escenario ideado para reflexionar, sentir, divagar, buscarse y encontrarse. En su teatro, sucesor reconocido de Samuel Beckett y Henrik Ibsen, abunda la espera, la soledad, el vacío. Habita la misma verdad que en sus novelas, pero hay menos esperanza. Muy próximo al Maestro Eckart, teólogo, filósofo y místico dominico alemán del siglo XIII-XIV, y. no siendo católico practicante de la ortodoxia, dice rezar todos los días.
-Si. No tengo dudas religiosas. Estuve cerca de varias experiencias cercanas a la muerte cuando era niño y la visión de esas experiencias nunca me ha abandonado. Cómo ese se convierte en una u otra religión o confesión, ya es otra cuestión -escribe en 2019-. Durante muchos años estuve muy próximo a los cuáqueros, pero hace algunos años me convertí al catolicismo, también porque mi mujer es católica. Y siento la necesidad de mantener la fe, digamos, con otros. En una iglesia católica me siento en casa, al menos más que en una iglesia luterana noruega, confesión que abandoné a los 16 años.
-Pienso al menos a Dios tal como yo puedo pensarlo, pero también conducen a Dios las otras maneras de pensar y creer la verdad, todo lo que se vuelve con seriedad hacia Dios, ya se use la palabra Dios o se sea tan sabio o tan humilde, frente a la divinidad desconocida que no se use la palabra, todo conduce a Dios y en ese sentido todas las religiones son una, pienso yo, y en ese sentido convergen también la religión y el arte, también porque tanto la Biblia como la liturgia son ficción, imágenes y poesía, son literatura, teatro y artes plásticas, y como tales tienen su verdad, porque evidentemente al arte también tiene su verdad.
–¿Para quien escribo yo? Para Dios. Escribir es como rezar.