El juicio final de Jesús
( Mt 25, 31-46)
No es una parábola más,
ni solo un dicho parabólico sobre ovejas y cabras.
Es la última profecía mateana de Jesús,
que cierra el quinto discurso del relato
y todo el ministerio público del primer Evangelio.
Carta magna de derechos y deberes del hombre,
como no hay otra en la historia antigua universal.
*
El Hijo del Hombre, sentado en su trono de gloria,
circundado de todos sus ángeles,
llama a todos los hombres de todas las naciones
y los pone, según la costumbre mateana,
a su izquierda y su derecha.
A derecha, los benditos de su Padre,
para darles la herencia del Reino prometido,
preparado para ellos desde el alba del mundo.
Porque le dieron en el mundo de comer y de beber,
le acogieron cuando era forastero y, desnudo, le vistieron,
y fueron a verle cuando estuvo enfermo y en la cárcel.
-¿Cuándo -le preguntan- te hicimos todo eso?
-Cuando se lo hicisteis
a cualquiera de mis hermanos más pequeños.
Y, volviéndose a los puestos a su izquierda:
–Apartaos de mi, malditos de mi Padre,
preparado para el diablo y sus ángeles…,
por haber hecho todo lo contrario.
Para aquellos, la vida, que es eterna.
Para estos, la suerte que ellos mismos eligieron.
*
Jesús, Hijo del Hombre
es el hambriento y el sediento,
el desnudo, el extranjero.
el enfermo, el prisionero universal.
Y a la vez, el que ha venido, al fin, a revertir
la situación de todos ellos para siempre.