China y los derechos humanos

 

                    Vengo del Nuevo Casino de Pamplona de escuchar al joven navarro David Garciandía Igal, ex alumno de la Universidad Pública de Navarra y hoy profesor e investigador en la universidad de  Oxford,  la conferencia ¿Somos relevantes en la escena mundial? Cómo la Unión Europea influye en los derechos humanos de China, dentro del ciclo Hablemos de Europa, organizado por el Consejo Navarro del Movimiento Europeo.

Presentado por Patricia Plaza, la presidente del Consejo Navarro, Garciandía, después de situar la actual China en el mundo de hoy, nos ha  mostrado de una manera breve, clara y precisa, lo mismo en la conferencia que en las respuestas a las muchas preguntas posteriores, el proceso de las influencias europeas en China y de las influencias chinas en Europa y en el mundo.  Lo que me ha impactado más es su reflexión capital sobre el muy distinto modo de los chinos de concebir el Estado-Nación, que para ellos es un Estado-Civilización, y su correspondiente sentido del Derecho, al servicio de esa Civilización -su unidad y estabilidad ante todo- y no precisamente al de las personas, enfrentadas habitualmente – como en Occidente- al Estado.

He recordado, con este pensamiento por montera, nuestros esfuerzos tanto en el Consejo de Europa como en el Parlamento Europeo por defender los derechos humanos en China y nuestros inútiles diálogos, en ocasiones, con el embajador chino y otros altos funcionarios de la embajada, debido sin duda a esa distinta visión de la persona y de la comunidad, forjada por la poderosa mezcla del Confucianismo con el Maoísmo, tan distinta de la que heredó el Occidente de la filosofía griega, la religión judeo-cristiana y la Ilustración.

Me lo confirma después el orador, al que le hablo de nuestras visitas a China con el grupo Yamaguchi, siguiendo las huellas de Francisco de Javier, y nuestro recuerdo de la doble Iglesia católica china, que él conoce de cerca, según me dice, y cuya relación algo ha mejorado desde el convenio (2018) de la República Popular China con el Vaticano, aunque siempre dependiente de los avatares del poder comunista.

Una velada harto aleccionadora.