Hoy hemos tenido la satisfacción de saludar a Nicolás Redondo Terreros, felicitarle por sus muchas actuaciones, y de escucharle, con motivo de la presentación de su libro No me resigno. Populismo, nacionalismo y los retos del socialismo español. La velada estaba organizada por las dinámicas Sociedad Civil Navarra y la Sociedad Pompaelo.
Le hemos oído y leído, durante los últimos tiempos, tantas veces a Nicolás, que ya somos muchos de nosotros lectores y oyentes habituales suyos, y podemos temer que ya no pueda decirnos nada nuevo. No es así, porque el libro va más lejos que la última política española. Además, estos encuentros son mucho más que pura información y comunicación: son una celebración, un encuentro festivo, un gesto de agradecimiento, y, sobre todo, un acto colectivo de afirmación y de reafirmación de nuestros más nobles ideales, que son en este caso los democráticos, los patrióticos y, más concretamente, los constitucionales.
De todo lo que ha dicho el orador de esta tarde, presentado por la ex socialista parlamentaria y ex alcaldesa navarra, Pilar Aramburo, me ha parecido muy relevante la insistencia en la concordia española tras la guerra civil y la Dictadura franquista, clave de la Transición, entre partidos y militantes distintos, con referencias continuas a su familia, a su partido de entonces, a su singular alianza con el PP en el País Vasco, y con una severa crítica a la última ley de Memoria Democrática, apoyada, además, para colmo, decisivamente, por Bildu.
Redondo Terreros rompió hace mucho tiempo la tradición, casi celo, tan habitual en gente de izquierda, de huir de la coincidencia, del elogio y, más aún, de la relación normal con gente de derecha, a todos los efectos y en todas las circunstancias. Con lo que lleva a la práctica lo que predica con la palabra. Hoy, en su visita a Pamplona y durante la conferencia se ha mostrado muy cercano personalmente a la ex alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola y a su partido UPN, tras la fechoría del PSN en favor de Bildu.
El amplio salón del hotel estaba lleno y los aplausos han saltado al final de la oración política de Redondo, llenos fervor humano.