Biología e Historia
La historia como fragmento de la biología. Las leyes de esta son las fundamentales de la historia. La vida es competición, pacífica o violenta. Todos competimos, los grupos, los Estados. La cooperación es una forma de competición pacífica, una de las mejores.
La naturaleza ama la diferencia como material necesario para la selección y la evolución. Todo es diferente, pero todo avanza hacia la unidad y forma parte de ella. Y todo es necesario para la selección y la evolución. Eso nos enseñó Darwin para siempre, mejor lo primero que lo segundo. La desigualdad no es solo es natural e innata, sino que aumenta con la complejidad de la civilización. Libertad e igualdad no coinciden, sino que casi siempre se pelean, a pesar de aparecer siempre juntas en el lema socio-cultural más popular. Y sabemos por experiencia que, en el mejor de los casos, la libertad solo admite una igualdad aproximada en justicia legal y en oportunidades educativas.
Por otra parte, biología quiere decir también reproducción. Está más interesada en las especies que en los individuos y no distingue entre civilización y barbarie. El clérigo inglés anglicano Thomas Robert Malthus, demógrafo y economista, predijo que solo la hambruna, la peste y la guerra librarían al mundo de una superpoblación, mucho más que una hipotética abstención del coito, que se atrevió proponer en un momento de debilidad. Las nuevas tecnologías agrícolas y contraconceptivas refutaron, temporal y parcialmente al menos, a Malthus. Pero, si los católicos, que no son siquiera los del tiempo de los Durant, no han derrotado con sus hijos a la Reforma Protestante, como aquellos sugirieron, lo cierto es que católicos y no católicos de África, Asia y Sudamérica, superpobladas, están poniendo hoy en peligro la supremacía del hombre blanco de Europa, Norteamérica y a los países más ricos, más tecnificados y menos poblados del mundo.