Dio mucho juego el reciente coloquio en Madrid entre el equipo de Vida Nueva con el presidente y secretario general del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe), el franciscano Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y presidente a la vez de la Conferencia Episcopal de Brasil, y el agustino Lizardo Estrada, obispo auxiliar de Cuzco (Perú), respectivamente. Dos religiosos en los servicio más altos del clero iberoamericano, fieles reflejos del papa Francisco, hablaron de lo divino y lo humano en relación con la difícil situación, política y religiosa, en que se encuentran algunas de las naciones de Iberoamérica.
De todo lo dicho por ellos con patente sinceridad y celo apostólico me impresionó su preocupación por la corrupción y la violencia en algunos de los países del continente americano: Tenemos muchas escuelas y universidades católicas en el continente, pero lamentablemente de ellas salen políticos corruptos, dictadores… Por eso nos preguntamos: ¿qué estamos enseñando?
Dicen que han venido acompañando a los obispos y a la Iglesia de Nicaragua, de diversas maneras, respetando los procesos que ellos mismos han ido liderando. Y lo mismo en Haiti, que es tierra de nadie, y en Venezuela o Cuba, y ante la ola de violencia en Ecuador. Y subrayan el sumo cuidado y la discreción con los que hay que actuar en todos los casos, con lo que se dice y cómo se dice, sabiendo que cualquier manifestación pública puede repercutir en el día a día de las comunidades: América Latina está de nuevo en un momento delicado: Nicaragua, Haití, Venezuela, Guatemala, El Salvador, el destino incierto de Argentina, Brasil está saliendo de una época muy difícil… La democracia está viviendo un momento de crisis y los órganos internacionales, como la Organización de Estados Americanos, parecen perder su peso de autoridad. Vivimos un tiempo delicado.
La situación de seguridad y de violencia en Haiti es tal, que han tenido que llevar a Brasil muchos misioneros y misioneras de vuelta. Otra grave preocupación es la salida masiva de venezolanos hacia otros países, como Perú, donde hay cerca de un millón, sin contar los no registrados.
Y todavía no se habían celebrado las elecciones en El Salvador, donde el presidente y dictador Bukele acaba de ser bendecido en las urnas con el 85 por ciento de los votos…