Todo el caso Koldo, o el caso Ábalos, o el caso Sánchez, podríamos catalogarlo dentro de esa tiranía de la mediocridad, de la que habla en el libro así titulado Sophie Coignard. Mediocridad frente a mérito, valor genuinamente progresista. Vasto terreno el de la mediocridad, donde el dinero o el poder, por pequeño que sea, juegan un preponderante papel frente al esfuerzo de la inteligencia.
Los que acusan en un principio a la inteligencia, al esfuerzo y al mérito de monopolizar el poder y de perpetuar los privilegios, acaban idolatrando el poder -no tienen otro objetivo mejor- y perpetuando los privilegios. Los mediocres, con algo de poder, son los hombres más peligrosos de la historia.