Que el presidente del Gobierno afirme tan campante ante la dirigencia de su partido, que el nuevo Estatuto catalán es plenamente constitucional, cuando la mayoría los jueces constitucionales nombrados por él y su partido -mal llamados progresistas– han votado ya la inconstitucionalidad de al menos quince artículos, y alguno de ellos, según su voto contrario al de la mayoría de sus colegas, algunos más, es algo que deja pasmado. Lo normal hiubiera sido, en este caso, el silencio prudente y respetuoso del presidente. Lo anormal es que se empecine en los errores anteriores y que contribuya él también al deterioro y devalulación del Tribunal Constitucional, que es lo que en este momento buscan los independentistas, soberanistas y federalistas asimétricos (PSC-(PSC-PSOE) de Cataluña.
