La obediencia (ob-audire) está relacionada con la escucha (audire). La persona obediente escucha a los demás para descubrir qué es verdad, qué es bueno y qué hay que hacer. Entre aquellos que hay que escuchar se cuentan los líderes con autoridad en la comunidad, que ocupan en ella el lugar de Cristo.
Generalmente mejor informados, el pronto cumplimiento de las órdenes de los líderes promueve el bien común mucho más a menudo que la resistencia a ellas. San Benito dice que los monjes deben expresar su punto de vista, y, si piensan que no pueden hacer algo, deben decirlo, cosa que el abad debe tener en cuenta antes de repetir o reformular la orden.
La jerarquía y la obediencia son cosas distintas. San Benito dice que los monjes deben obedecerse los unos a los otros, haciendo la voluntad de Dios y no la suya. La obediencia mira tanto por el bien de la comunidad como del individuo.
Cristo es el modelo de la obediencia. La tradición benedictina prefiere la escucha a las proezas ascéticas, y la sencilla obediencia al éxtasis arrogante.