Tal es el título del libro publicado por tres autores mejicanos, Alberto Athié, José Barba y Fernando M. González. La cosa va con el tristemente célebre Marcial Maciel, fundador y líder de la congregación religiosa de los Legionarios de Cristo en 1941.
Según los documentos del Archivo Secreto Vaticano que revelan los autores, y que eran ya conocidos por muchos, una vez que se supo de sus abusos cometidos con menores y sus relaciones con diversas mujeres, de las que tuvo varios hijos, el papa Pío XII le llamó a Roma el año 1956, quien le suspendió como superior de su congregación por motivos conocidos por el Santo Padre, a fin de obligarlo a curarse. Pero no se curó, siguió haciendo de las suyas y siguió en la primera fila del poder y del corromper.
Total que tamaño depredador, agresor sexual compulsivo y drogadicto fue encubierto durante 50 años, hasta los últimos tiempos de san Juan Pablo II, que fue su mayor protector.
El cardenal brasileño Braz de Aviz, arzobispo emérito de Brasilia y actual prefecto del Dicasterio para los institutos de Vida Religiosa y las Sociedades de Vida Apostólica, llegó a declarar a la revista española Vida Nueva el año 2019 que el Vaticano tenía pruebas desde 1943 de los abusos de Maciel, y que le protegió una mafia que no representaba a la Iglesia, pero que pertenecía a la misma y a sus más altas esferas.