Lo que buscó el laico peruano Luis Fernando Figari Rodrigo, de 77 años, a quien la Santa Sede acaba de expulsar del llamado Sodalicio de Vida Ctistiana fue crear en 1971 una estructura de ultraderecha, a imagen y semejante de la Falange Española de J. A. Primo de Rivera, que revistió después de movimiento religioso, que cuenta con 20.000 adeptos en 24 países.
La delegación vaticana, formada por un arzobispo maltés y un alto funcionario español de Vaticano, que hace un año investigó y estudió el caso tras varias denuncias públicas desde primeros de siglo, confirmó que se trata de un depredador sexual y un maltratador hasta límites insospechados, perpetrando atrocidades psicológicas y físicas como azotar a sus seguidores con un látigo, quemar sus manos o aplicar una liturgia sexual para que recuperaran la pureza perdida. Pero hasta 2011 no comenzó el Tribunal Eclesiástico de Lima a estudiar las primeras denuncias.
Como de costumbre, hubo laicos, sacerdotes, obispos…, que miraron para otro lado. Y no por nada Francisco acaba de destituir, a los 67 años, al arzobispo de Piura, José Antonio Eguren. Hoy por hoy, el Sodalicio, que en 2010 relevó a su fundador por motivos de salud y solo en 2016 le declaró persona non grata, reconoce 36 casos de abusos, 19 de ellos a menores, cometidos por el fundador y cuatro de sus colaboradores entre 1994 y 2002.
No está clara la permanencia como tal del Sodalicio.