De mi archivo adolescente

 

5 de julio de 1950. Me escribe una carta a Mañeru con pluma estilográfica José Alberto Mas, dándome el pésame por la muerte de mi abuelo Víctor, a la edad de 65 años, cuando yo estoy en los 14 acabado el tercer curso de Latín.

Don Alberto Más era entonces «teólogo» en el Seminario de Pamplona, en el último año de su carrera, a punto de ordenarse de sacerdote. Junto con don Domingo Aranguren y don Gregorio Eseverri habían sido nuestros «superiores» o «prefectillos», durante el primer año del Seminario, bajo la autoridad del Prefecto, que era don Martín Larrayoz. Los tres eran estupendos y los queríamos mucho. Don Gregorio era villavés y murió pronto. Los otros dos fueron sacerdotes ejemplares  hasta su muerte  y dejaron rayas hechas en la diócesis.

Don Alberto, después de acompañarme en la pena, pasa al plano personal:

Y, después… ¿qué tal estás? ¿Sigues tan romántico y tan poeta, como antes? Ya sabes que te dije que igual de «poeta» estuve yo a las 15 y 16 años. Lo cual pudo traerme muy malas consecuencias. Pero por la misericordia del Señor me trajo sólo una muy buena. La de querer ser hombre de un gran ideal, y el poner este ideal en Jesucristo, de quien me enamoré y quise ser un amigo bueno, bueno de veras. Que te  ocurra ti lo mismo, Víctor Manuel, enamórate de Jesucristo, sé muy amigo suyo… y todo está  solucionado. Para eso trátale y háblale mucho en el Sagrario, y pídeselo mucho a la Madre, que no quiere otra cosa sino vernos a todos muy amigos de su Hijo. 

Me pregunta luego si he visto los partidos del Mundial de Fútbol, que, en su cuarta edición, esos día se estaba celebrando en Brasil, y se refiere concretamente a los de España-Chile y España-Inglaterra, que ganamos, y este segundo sobre todo con el célebre gol de Zarra. Don Alberto se acordaba sin duda que yo era entonces hincha del Athletic de Bilbao, y con qué entusiasmo!

Pasa después a decirme que esos días está estudiando ocho horas diarias para preparar el examen de Moral: Casi no me cabe el corazón dentro soñando en el Sacerdocio, que se me viene dentro de 16 días. Esto sí que es ideal grande y capaz de llenar la vida. Ser Sacerdote de Jesucristo, hacer el bien, mucho bien a todos, sacrificarme mucho… en fin, sueña, sueña con todo esto, y sé muy bueno, que todo es poco para eso tan grande, para lo que nos ha  elegido el Señor. Reza mucho por nosotros para que nos preparemos muy bien.

Termina recordando el año que pasó con nosotros en primero de Gramática, en el que a veces sueña de noche: y todo mi consuelo es rezar y sacrificarme mucho para que todos los gramáticos sean muy buenos y le quieran mucho al Señor.