El reciente viaje del papa a Bélgica no fue un viaje de placer ni de entusiasmos. El nuncio en Bruselas ha reconocido que no hay una inmensa pasión por el papa Francisco en el país, y que la televisión nacional se negó desde un principio a cubrir la visita del pontífice, porque creía que no era de interés para los belgas, opinión tanto de los políticos como de los medios de información.
El rector de la universidad católica de Lovaina, en su versión flamenca (Leuven), le espetó a la cara preguntas como esta: ¿No podría ser la Iglesia una comunidad más acogedora si hubiera un papel importante para las mujeres, incluido el sacerdocio? Y, antes de que, un día más tarde, pronunciara su discurso en el aula magna de la Lovaina francófona (Louvain-la-Neuve), con una mujer rectora por vez primera en su 600 años de historia, ya estaba escrito y propalado un documento crítico, avalado por ella, en el que se declaraban deplorables las que tachaban de posiciones conservadoras del papa sobre el papel de la mujer en la sociedad por reflejar una posición determinista y reduccionista.
El papa reaccionó como pudo. A veces, sus comentarios espontáneos, no preparados, como eso de que la Iglesia tiene nombre de mujer, y cosas así, sonaban a música celestial. Otras veces, en cambio, arremetió proféticamente contra los abusos y las depredaciones., comparándolos con los niños trucidados por Herodes. La verdad, parece que no le prepararon adecuadamente el viaje, o que en el Vaticano no pensaron que los abusos sexuales de los clérigos, especialmente en Flandes, no habían alcanzado los atroces efectos que alcanzaron. Incluso en el palacio real de Laeken, tras el deferente discurso del rey Alberto -la casa real, católica, fue siempre muy cercana con él-, el primer ministro, el liberal flamenco Alexander De Croo, cuya intervención no figuraba en el programa oficial, lanzó toda una diatriba contra la Iglesia por su postura ante los abusos sexuales, pillándole al papa en fuera de juego. El nuncio en Bélgica ha llegado a decir que la sociedad belga se ha escandalizado por la lacra del abuso y no pide ni espera nada de la Iglesia.
El papa, eso sí, se reunió largamente con las víctimas de los abusos cometidos hace 30 a 60 años, y multiplicó cuanto pudo en varias ocasiones su habitual rechazo y condena de la plaga que ha arruinado a buena parte de la Iglesia, bien puesto de relieve por el rey en su discurso de acogida.
Con todo, el nuncio pontificio quiere dejar claro que la visita papal no ha sido infructuosa. Subraya que las 15.000 entradas gratuitas al estadio donde el papa celebró la misa multitudinaria se agotaron en en hora y media. Y piensa con razón que, aun sin pasión en los medios políticos y mediáticos por su figura, cientos de miles de personas ven en el papa al pastor que el Señor ha dado a su Iglesia para nuestro tiempo. (…) un líder religioso significativo para nuestro tiempo por su atención a los más pobres (en número cada vez mayor), por su atención a no excluir a nadie (en un mundo que excluye), por su disposición a escuchar sin juzgar (en un mundo donde se compite para ver quién tiene la voz más alta).