Laico de una vez

  Por encima de algunas frases imprudentes, desproporcionadas y excesivas de dos cardenales en la exitosa concentración católica de la plaza de Colón, y por encima de la respuesta demasiado solemne del PSOE, de tono nerviosamente agresivo contenido, y con puntos discutibles, me ha impresionado el furibundo editorial de El País, con el título que encabeza la bitácora de hoy. Me ha recordado algunos de los editoriales de la prensa anticlerical y antieclesial del siglo XIX y primer tercio del XX, así como otros más recientes de la prensa falangista en los primeros años setenta: «paños calientes del Gobierno«, «exabruptos absolutamente infundados«, «sectores más integristas de la Iglesia Católica», «un auténtico acto electoral en apoyo del PP«, «espíritu preconstitucional» (de los Acuerdos de 1979), «tonos nacionalcatólicos«, «últimos lastres de los«poderes fácticos«… Y todo para lanzarse en tromba a pedir al PSOE, en términos casi conminatorios, como si de un subordinado se tratara, y al resto de partidos, a secundar los propósitos bien conocidos del diario liberal madrileño, cada día más virulento con la Iglesia: eliminar «los rastros que queden de confesionalismo» (funerales de Estado, financiación peculiar de la Iglesia, papel del catolicismo en la enseñanza o actuación religiosa de los poderes del Estado en actos oficiales) y revisar los citados Acuerdos que sustituyeron al Concordato de 1953. Para llegar a «una secularización estricta del Estado«, poniendo a la Iglesia «en el lugar que le corresponda«. En definitiva, para conseguir cuanto antes ese «Estado laico de verdad«. Como en Francia -sólo que a comienzos del siglo XXI-, que es el único Estado laico, y no del todo ni mucho menos, que existe en la Unión Europea.