El crucifijo, «absuelto»

La Gran Sala del Tribunal para los derechos humanos, del Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo, ha dejado sin efecto la sentencia de una de sus salas, dictada el 3 de noviembre de 2009. Fue el caso de una ciudadana italiana de origen finlandés, Soile Lautsi, que se oponía a la presencia del cruciifijo en la escuela pública, a la que asistía su hijo, porque lo consideraba un atentado a la libertad de conciencia y al derecho de cada uno a recibir una instrucción conforme a sus propias convicciones. La sentencia en primer grado de una sala de dicho Tribunal le dio la razón a la demandante, porque el respeto a las convicciones de los padres ha de ser posible en el marco de una educación capaz de asegurar un entorno escolar abierto y tolerante, en el quel as  funciones educativas asumidas por el Estado velen poque los programas de las diversas materias sean difundidas de manera objetiva, crítica y plural, de tal forma que impidan el adoctrinamiento. La sentencia causó una indignada protesta en toda Italia, desde el Gobierno a la oposición del antiguo partido comunista y a otros muchos portavoces de la política y de la cultura. Ahora, la Gran Sala, en una decisión aprobada por 15 jueces, con dos votos contrarios, no ve un problema mayor en la exhibición del símbolo religioso como es el crucifijo, siempre que con el mismo no se pretenda adoctrinar, y declara que los Estados miembros del Consejo de Europa gozan de un  margen de apreciación cuando se trata de conciliar el ejercicio de las funciones que asumen en el ámbito de la educación  y la enseñanza y el respeto al derecho de los padres a asegurar esta educación y esta enseñanza conforme a sus convicciones religiosas y filosóficas. Para Marc Carrillo, en cambio, que publica en EP –la plataforma laicista por excelencia- el artículo «La confesionalidad triunfa», la sentencia de 2009 era impecable, mientras juzga lamentable la actual de la Gran Sala, en la que ve nada menos que la restauración subrepticia de la confesionalidad del Estado.- Los italianos han recibido con satisfacción la nueva y definitiva sentencia y se han declarado, según leo en Il Corriere della Sera, en un 84 por ciento, favorables a la presencia del crucifijo en la escuela.