Los empresarios, tan malos

Según ese dualismo «diabólico», del que hablaba ayer, para unos, los malos son siempre, y a todos los efectos, los empresarios; para otros, en  el lado opuesto, los sindicalistas y sus sindicatos. Y vuelta a empezar. En los ambientes llamados de izquierda o progresistas (que ahora parece que todo es uno) todavía hay muchos que, de una u otra manera, creen que los empresarios, en general (¡ siempre la abstracción sustituyendo a la realidad concreta!), quieren tener una empresa con los menos trabajadores posibles (despidos generales), muchas ventas y muchos beneficios, sin otro objetivo que ése, cuando tal vez deberían esos mismos empresarios estar obligados a mantener y a pagar a un sin fin de trabajadores innecesarios para la empresa (mentalidad del Estado benefactor cuando no dueño absoluto del país). No faltan quienes creen (más que razonan o calculan) que los empresarios deben proporcionar empleo, tengan o no tengan demanda, y mantener plantillas que tengan poco que ver con el mercado real, sin buscar relación alguna de todo esto con la posible capacidad de contratación, especialmente de los que no tienen trabajo alguno, que suelen ser los más jóvenes. En el otro lado están, ya digo,  los que creen que los sdindicatos y sus sindicalistas, siempre pocos entre la gran masa de los trabajadores, no quieren sino la ruina de las empresas y la agitación social permanente, camino de la revolución, estilo siglos XIX y XX. Y no, no es así. Pero, sin superar el maldito dualismo histórico es imposible salir del laberinto mental y real en que nos encontramos encerrados.