Si todos los que desde el laicismo -no desde la laicidad- o desde el integrismo -no desde la integridad-, por pocos que sean, andan en Navarra apasionándose ahora por la asignatura obligatoria Educación para la Ciudadanía, se hubieran, al menos, interesado desde hace 20 años por lo que estudiaban nuestros chicos y jóvenes, otro gallo nos cantara y cantaría. Aqui, ni el Gobierno de la Nación, ni el Gobierno de Navarra, ni Iglesia, ni padres, ni asociaciones, ni medios de comunicación, ni opinión pública han levantado siquiera la cuestión. Ni un solo debate, y menos una protesta, ante textos de geografía, de historia o de ciencias sociales, que eran y son verdaderas aberraciones. Pero aqui, como en otras muchas partes, parece que sólo apasiona la verdad electoral, la verdad partidista, o, en el mejor de los casos, la verdad ideologizada.