Tercer Domingo de Cuaresma

                    Luc 13, 1-9

¿Acaso somos menos culpables
que aquellos galileos infelices
que mandó matar Poncio Pilatos,
mezclando su sangre
con la de los sacrificios en el Templo?
¿Somos acaso menos pecadores
que aquellos dieciocho desgraciados
sobre los que un día fatídico
se desplomó,
sin previo aviso,
la torre
de Siloé?

Que se sequen igual que una higuera,
decimos, severos, airados, de otros
que o tememos o queremos mal.
Que los corten, que no llevan higos,
clamamos, violentos y feroces,
contra aquéllos que, injustos, condenamos.

Año tras año, nos deja el Eterno vivir,
higueras estériles, sin hojas y sin frutos,
en medio de su viña frondosa.