Como era de prever y de temer, se les va de las manos al presidente Rodríguez Zapatero y a los suyos la España plural que inventaron, fomentaron, reforzaron y utilizaron para cualquier cosa menos para los intereses generales de la Nación. Todo va llegando al colmo de la provocación, de la indignidad, del agravio, del desafío. A la ruina de la convivencia, del respeto y del sentido común. De aquellos polvos de la frivolidad, la ignorancia, el partidismo o la revancha, estos lodos del desconcierto general, de la falta de autoridad y de proyecto común, del cantonalismo, de la deshecha de la unidad constitucional. Ayer fue el desgraciado proceso de autodeterminación, con ETA como primer impulsor. Hoy es Ibarretxe, enloquecido en su irrealismo y su ensoñación independentistas, que se enfrenta a toda España anunciando dos referéndums inconstitucionales, con una desfachatez insólita. A la misma hora, es el Parlamento catalán, incapaz de condenar las ofensas al rey y a la unidad de la Nación tras la quema pública, repetida y retadora, de los retratos del Jefe del Estado, y capaz al mismo tiempo de pedir poder ejercer su propio derecho de autodeterminación. Hace días, son muchos ayuntamientos, incluso socialistas, que se niegan a colocar la bandera nacional en las casas consistoriales. Mañana veremos nuevos y tristes intentos en la misma dirección. El PNV y CIU, partidos gubernamentales en Euskadi y Cataluña y en el Gobierno de la Nación, hace tiempo que continúan la deriva soberanista, aun con ciertos desgarros interiores. Y el Gobierno de España, que escogió la política del falso diálogo, la falsa tolerancia, la falsa lenidad, la falsa reconciliación, sigue confiando, para gobernar, en los mismos partidos que agujerean cada día la nave del Estado de derecho: ERC, IU, CIU, PNV, BNG, PSC, CHA, EA… Todo lo nacionalmente más importante, que no quisiéramos tener que mencionar, está poniéndose gravemente en juego, y en juego peligroso: la Constitución, la Monarquía, los símbolos de la Nación, la convivencia, y nuestra misma vida, siempre a merced de ETA y de los muchos que la amparan o la temen. Se les va de las manos…