¿Cosas de ministras jóvenas? Cosas, más bien, de gente que no sabe latín. Membrum, miembro en nuestra lengua madre, es palabra neutra, de la segunda declinación, y vale tanto para el género masculino como para el femenino, y para lo que no es ni lo uno ni lo otro. Membra es el nominativo plural del mismo vocablo. La hermosa palabra bimembre es un adjetivo derivado de ese plural. No hay, pues, miembra que valga. No puede ser miembra de un Gobierno, como no puede ser parta, sino parte (de pars-tis, de la tercera declinación, sin distinción de género), ni tampoco partícipa, sino partícipe (de particeps-icis, también de la tercera y válido para los dos géneros). Es el mismo caso de templum. Aunque el templo esté dedicado a la diosa, no se puede decir templa. Por cierto, ¿tan frívola, o tan ligera al menos, es la situación política española, como para que una ministra del Gobierno español se entretenga por estas hierbas con estos dislates y nos haga reír con su ignorancia y su descoco filológico, superando con creces a la ex ministra de cultura, que habló de frayla? Pues, como una mujer nunca puede ser fray (frater), sino sor (soror), un ministra no puede ser miembra, por muy parecido que sea el fonema al de hembra. ¡A ver si, al final, he dado con el quid de la cuestión!