Burgos siempre merece una nueva visita. Y más, si en las dependencias de la catedral, incluido el claustro, podemos ver una Exposición sobre el Cid, personaje de la mitad del siglo XI, nacido en el cercano Vivar, y sobre el Cantar de Mío Cid, en su VII centenario. Fue la primera gran producción de la literatura castellana y uno de los monumentos de las letras europeas de la Edad Media. Tuvo su anónimo autor la suerte de que un amanuense, Per Abbat, lo pusiera por escrito, en los albores del siglo XIII. La vida de este héroe y villano castellano, narrada por este poema y por muchas otras creaciones literarias, dieron lugar a un poderoso «mito» dentro de la cultura española – uno de los cuatro grandes, junto con La Celestina, Don Quijote y Don Juan-, proyectado después a todo el mundo.-La Exposición, clásica y austera, mediocre en sus medios audiovisuales, muestra la importancia del Cantar en la configuración del idioma castellano -es muy rica la colección de códices, comenzando por el atormentado manuscrito original, procedentes sobre todo de la Biblioteca Nacional-, y sitúa, además, la obra en el contexto histórico en que nació, a través de unas singulares piezas -el Cristo de las Batallas, la espada Tizona, etc.-, propias y ajenas, con las que se recrean las formas de vida, las creencias, relaciones o enfrentamientos de esas dichosas «tres culturas» en la Hispania medieval. Particularmente interesante es la sección sobre las fuentes de inspiración de pintores -de Goya a Dalí-, escultores, escritores -lo menos logrado- y músicos. En estos tiempos de revitalización de los símboles nacionales, bienvenido sea el centenario del Cantar de Mío Cid, tan poco celebrado, por cierto, en España, y esta Exposición acertada en la catedral de Burgos, donde oficialmente reposan los restos del belicoso «señor». Estamos ante la puerta de la muralla por donde entró el Cid:
Mío Cid Ruy Diaz por Burgos entrava,
en su compaña sessaenta pendones,
exiénlo ver mugieres e varones…