Con los parias de la India

Pero si de Bélgica nos llegan noticias y opniones muy diferentes, lo mismo sucede con la India, donde la persecución de cristianos más atroz -casi siempre desconocida y ocultada en Occidente- se une a una inmensa esperanza. Me refiero a las ya habituales acometidas contra las Iglesias cristianas por parte de hindúes fundamentalistas y fanáticos –India para los hindúes-, que esta vez tuvieron lugar en la región de Orissa. Desde diciembre al pasado agosto, un centenar y medio de iglesias católicas han sido destruidas, así como numerosos conventos y escuelas, y muchas personas muertas y heridas: sacerdotes quemados, monjas violadas, misioneros descuartizados…, sin que tan terribles noticias hayan pasado a nuestros medios de información. Mientras el Gobierno federal de la Unión mantiene una actitud más tolerante con las minorías religiosas, algunos Estados federados mantienen vigente la ley anti-conversión, que castiga con cinco años de cárcel a los que busquen la conversión de ciudadanos indios a otras confesiones extranjeras. Uno de los principales motivos de persecución es el elevado número de  dalit (intocables, parias) que se convierten al catolicismo, confesión que ha  pasado de 2 a 18 millones en el siglo XX, minoría mínima en un país de 1.100 millones de habitantes, pero en progreso creciente e influyente. «Nosotros  -afirma una misionera española, que lleva 46  años en la India-  les ofrecemos una buena educación en nuestras escuelas y eso es lo que temen. No quieren que les eduquemos para que sigan sin tener ni voz ni voto y así poder abusar siempre de ellos«. Una gran noticia: ¡los pobres son evangelizados!