El director de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia, ha responsabilizado a ciertos medios informativos y a ciertas instituciones docentes de dos desvíos del idioma muy graves: la vulgaridad y la pobreza lingüística. Según él, los muchachos salen de la universidad con un pésimo manejo de la lengua oral y escrita. Si hace 10 años los jóvenes universitarios empleaban una media de 1.200 palabras en su vocabulario, hoy utilizan sólo 600. Y hace sobre ello una muy inteligente reflexión: el que no tiene posibilidad de hablar con precisión no puede manifestar lo que quiere y es un ciudadano de segnda. No tiene derecho a la libertad de expresión, es cautivo de su propia discapacidad y limitación. Y algo más peligroso: En una democracia no es útil una persona que no es capaz de dialogar, y lo que no sale por la boca, sale por el sopapo, por el palo o por la pedrada.- Parecen palabras dichas también para España. Aquí no sé si autoridades semejantes serían capaces de decir lo mismo.