Antes de que celebremos mañana nuestro día de la Constitución, no nos vendrá mal que recordemos, para escarmiento y exigencia propia, a los que, como el célebre juez Garzón, han querido y siguen queriendo anular la ley de amnistía, una pieza clave de nuestra reconciliación y de nuestro espíritu y letra constitucionales. A los que, aun habiendo votado a favor de la Constitución, como IU, PSC y CIU, han ido troceándola y deshaciéndola, punto por punto, al preparar, votar y defender, incluso amenazantes, estatutos como el catalán, imitados a veces por sus colegas del PP y del PSOE en otras comunidades y en la medida en que han podido. Y, en fin, a los muchos que, con sigla o sin sigla, con uno u otro nombre, nos servimos de la Constitución para mil intereses particulares o privativos, dejando siempre a un lado el interés general, el bien común, la concordia entre todos los españoles, la patria de todos, la comunidad española abierta a todo el mundo.